EXPOSICIONES EN NAVIDAD 

Si aún no sabes que hacer en Navidad, no pierdas detalle de las siguientes exposiciones que te proponemos de algunos de los artistas que han trabajado en NMAC.

Olafur Eliasson. Eye see you, 2006.

FUTUROS ABUNDANTES

  • Del 1 de abril de 2022 hasta el 5 de marzo de 2023.
  • Comisaria: Daniela Zyman. TBA21 Directora Artística.
  • Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, Córdoba.

La exposición Futuros abundantes invita a concebir la construcción del mundo y sus futuros ecológicos desde las premisas de la abundancia y la plenitud. Plantea un diálogo entre visiones y propuestas artísticas de la colección TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary en torno a la multiplicidad de mundos en los que cohabitan humanos y no humanos: un mundo donde caben muchos mundos. En esta amplia selección de obras de la colección TBA21 están representadas distintas generaciones de artistas, procedentes de geografías muy diversas. La exposición cartografía trayectorias ignotas y traza nuevos caminos para concebir relaciones vitales regenerativas que desemboquen en formas de convivir en la abundancia. Durante los meses en que la exposición permanezca abierta al público su propia forma mutará: algunas obras serán sustituidas por otras y nuevas incorporaciones enriquecerán el recorrido.

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 Cristina Lucas. Monocromos, 2016.

DE IDA Y VUELTA. CRISTINA LUCAS.

  • Fecha: 14 de octubre de 2022 – 19 de marzo de 2023
  • Comisariado: Sergio Rubira / Coordinador: Alberto Figueroa / Espacio: Claustrón Sur
  • Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla.

De ida y vuelta hace un recorrido por su trayectoria, desde mediados de los 2000 hasta sus trabajos más recientes, realizados específicamente para esta ocasión, y se concentra en aquellas obras que se apropian de sistemas para clasificar y ordenar la realidad –los mapas, las banderas, las cartas de colores, la tabla periódica, o los índices de valores– con la intención de subrayar, en una operación que tiene mucho de foucaultiano, el estrecho vínculo que existe entre el poder y el control del saber. De este modo, se revelan algunas de las formas en las que se conectan la construcción de los estados-nación, las ideas de progreso y desarrollo económico y la explotación de individuos y territorios y se descubren cuáles son algunas de sus devastadoras consecuencias: las guerras, la globalización –que borra cualquier singularidad– o el cambio climático. Lucas evidencia que el sistema económico actual no es una abstracción, sino que nos afecta de un modo muy directo y siempre se concreta dejando marcas sobre nuestros cuerpos, esos que, como su serie Composiciones, están formados por los mismos elementos que la industria se encarga ahora de comercializar o manipular para transformar en mercancías con las que traficar.

Lucas propone darle un nuevo sentido a la historia, detenerla en un presente continuo, en un tiempo de ida y vuelta, que nos haga conscientes del momento que estamos viviendo para plantear nuevas posibilidades de un futuro que, de otro modo, no existirá. 

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Asunción Molinos Gordo. ¡Cuánto río allá arriba!, 2022.

Asunción Molinos Gordo ¡Cuánto río allá arriba!

  • Hasta el 17 de diciembre, 2022.
  • Travesía Cuatro GDL, México.

La exposición ¡Cuánto río allá arriba! toma su título de un verso del poema El cántaro roto del mexicano Octavio Paz. El título de esta exposición, pues, se encuentra con la tierra del poeta que lo imaginó y con una larga tradición ceramista con potencia de amistar y resonar con las claves de esta exposición.

Bien saben las comunidades campesinas de todas las épocas y todos los territorios que para comprender los misterios de la regeneración y la fertilidad, los campos han de recibir agua en forma de lluvia o regadío; para modelar la arcilla, ésta ha de ser humedecida y luego cocida para que gane solidez; y para que cualquier forma de vida pueda prosperar se necesita agua limpia, accesible a todos. Asunción –que vivió ocho años entre Egipto y Omán– ha trabajado esta interdependencia entre seres vivos, tierra y agua en Como solíamos… (IVAM, Valencia, 2020), un proyecto en torno a los sistemas de riego de las comunidades campesinas medievales hispanomusulmanas de Sharq al-Andalus (Este de la peninsula ibérica) que fue el punto de partida de ¡Cuánto río allá arriba! Entonces, antes de toda narrativa de estado o nacional, las comunidades de campesinos practicaban una cultura del agua cuyo almacenamiento, transporte y consumo, aseguraba un acceso y un reparto equitativo y eficiente, reforzando así la paz y la justicia social, en beneficio de todo el ecosistema vivo que habitaban, concernidos por el bienestar –esta vez de verdad– de las generaciones futuras. La sociedad rural andalusí despliega así, a través de la alfarería, un modo de vida que, lejos de ser un hecho diferencial, es compartido con otras comunidades rurales premodernas de periodos históricos similares, también con las prehispánicas, que se relacionaron con el agua, la tierra y las artes del barro de forma comparable.

Ollas redondas, grandes ánforas ovoideas, cántaros de panza, vasijas de cono, botellas de silbato, vasos de bocas múltiples, aguadores, cuencos biomórficos… la indiscutible belleza y sensualidad de estas piezas, la abundancia que denotan sus generosas oquedades pergeñadas con barros de distintos colores, no esconde su radical utilidad para transportar, conservar, distribuir o consumir los bienes que la propia tierra nos facilita sin extenuarla. Las piezas de cerámica ecuatorianas, producidas en el marco de la 15 Bienal de Cuenca, Ecuador y que han reproducido distintos artesanos locales, provienen de las culturas Valdivia, Machalilla, Chorrera, Tolita, Jama Coaque, Bahía, Guangala, Milagro-Quevedo o Manteño-Huancavilca. Sus formas vegetales, animales y antropomórficas reactivan simbologías vinculadas a una relación con la naturaleza a todas luces más responsable y consciente de que la convivencia entre especies –la hospitalidad y no la hostilidad– es la clave de los sistemas vivos. La reproducción de estos motivos sugiere una mímesis ancestral que reproduce, no una mera copia de la imagen de la naturaleza, sino su propia fuerza generativa. ¿No están acaso estas cerámicas biomórficas tan preñadas de vitalidad como lo está la tierra misma que comunidades de lugares dispares irrigaron durante siglos con la misma inteligencia y cuidado? Al ensamblarlas en forma de tótem, conectando así las fuerzas vitales ascendentes y descendentes del mundo –dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, dice Octavio Paz en su poema– la artista ha querido, por un lado, evidenciar y maximizar las cualidades comunes en torno a la accesibilidad del agua que comparten. Por otro, celebrar y homenajear la generosidad y la inteligencia de los pueblos a la hora de proteger la vida en común.

Volviendo al poema de Paz: hay que soñar sueños de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos… hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba, más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo, echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado.

Extracto del ensayo de Rafael SM Paniagua