Desde el 2001, el año en que Marina Abramovic vino a visitar la Fundación NMAC por primera vez, la relación entre esta institución y la artista ha ido creciendo y consolidándose a lo largo de los años.
Abramovic no sólo ha sido nuestra mejor embajadora hablando de NMAC allí a donde sus proyectos la lleven, sino que también ella ha sabido servirse de la Fundación como plataforma para realizar uno de sus conocidos talleres, Cleaning de House, con más de 40 artistas jóvenes de todo el mundo.

Con motivo de la exposición, The artists is present en el MOMA, la Fundación NMAC desplazó parte de su equipo a Nueva York para poder ver la exposición y acompañar a Marina en la ultima semana de la performance, que ha durado mas de 700 horas.



El MOMA abría sus puertas a las diez de la mañana y a esa hora, ya la cola era interminable. La exposición de Abramovic y la colección eran las dos únicas muestras que podían verse, así que nos dimos cuenta que toda la multitud: turistas y locales, amantes del arte y profesionales, toda esa gente venían a ver a Marina.
Sorteando la multitud conseguimos llegar al enorme Atrio del museo en un tiempo record teniendo en cuenta la cantidad de gente.

A pesar de haber visto las fotos en las numerosos medios de comunicación y publicaciones sobre la exposición, nada es comparable con la impresión de grandeza y conmoción que uno siente al entrar en el Atrio y ver a la artista sentada, inmóvil, fijando su mirada en cada uno de las personas que se sientan enfrente de ella.
En la enorme sala, el público se mueve con cautela, alrededor de la zona limitada por la artista.

Pacientemente los que quieren sentarse con ella hacen cola desde primera hora de la mañana sin siquiera saber si al final del día podrán sentarse enfrente de la artista.

Hoy Marina, está vestida de blanco, parece una figura angelical radiando una energía e intensidad sin igual. La presencia de la artista es de tal fuerza que el espacio del Atrio se queda pequeño. Uno no puede despegar su mirada de la artista, que con sus pocos gestos, enfocando su presencia en la persona que tiene sentada en frente, invade todo el espacio museístico.

La performance, The artists is present, da nombre a toda la exposición en forma de retrospectiva que se encuentra en el ultimo piso del MOMA en las salas dedicadas a las exposiciones temporales.
Esta es la primera vez que un museo de la importancia del MOMA dedica una exposición a una artista cuya trayectoria artística está enfocada en la performance.

La exposición muestra las primeras obras desde 1973 en las que la artista desde sus inicios busca los límites del cuerpo a través de sus acciones. (Gritar hasta perder la voz, bailar hasta caer extenuado).

Las imágenes van desvelándose a través de la exposición en forma de fotografías y de vídeos.
La etapa compartida con Ulay durante doce años ocupa, en la primera parte de la exposición, un lugar muy relevante, con la presencia de la furgoneta donde la pareja vivió y recorrió toda Europa y con la recopilación de toda la serie de performaces que realizaron juntos. Algunos de las acciones realizadas con Ulay, u otras que la artista realizó en solitario, están representados por jóvenes artistas (en algunos casos alumnos de Abramovic) que realizan las acciones en vivo.
Este es el caso de Imponderabilia (1977/2010), en la que dos performers desnudos uno frente al otro, se sitúan en el paso de una sala a otra, en el recorrido de la exposición, haciendo presente la propia incomodidad del espectador al decidir si pasar entre el estrecho paso dejado por las figuras desnudas o por la opción alternativa facilitada por el museo.

La obra realizada por Abramovic en 2001 para la Fundación NMAC, El Heroe, ocupa uno de los lugares principales de la exposición con una enorme proyección del vídeo en el que la artista montada en un caballo blanco, sujetando una bandera blanca parece como una figura icónica de reconciliación.



Después de recorrer la exposición, uno sale sobrecogido.
El ruido ensordecedor de las calles de Nueva York se vuelve casi insoportable y es ahí cuando lo que se desea es volver al interior del museo y hacer la infinita cola para, quizás tener la suerte de poder sentarse con Marina y sentirse arropado por su energética mirada.

(Jimena Blázquez Abascal, directora de la Fundación Nmac)